¿ERES VENDEDOR? SI NO LO ERES, ESTÁS MUERTO

Me da igual a qué te dediques, qué seas o qué quieras ser. Si no vendes, no existes. La ley es “Vende o muere”.

Hay quien lo tiene claro y su oficio le ayuda a entenderlo. Quien vive tras un mostrador vendiendo productos tiene más pistas a su alrededor para darse cuenta de que sí es un vendedor. ¿Y los demás? Muchos se niegan a reconocerlo y otros tantos ni siquiera se han dado cuenta. Pero lo cierto es que todos somos vendedores. Algunos mejor que otros. Otros mejor que unos. Pero todos tenemos que vender una idea a alguien, una manera de hacer las cosas, un servicio, un proyecto innovador… lo que sea. Y si no sabemos mostrar las cosas de un modo atractivo, atrapar al otro, llamar su atención, hacerle sentir que nos necesita y llevarle a la compra, no hemos hecho nada. Nos quedamos con la idea y listo.

Si has hecho el inmenso esfuerzo de crear una startup, estás emprendiendo o quieres que tu empresa siga creciendo, es preciso que des salida a tus productos o servicios. Si no lo haces, ya puedes ir entonando tu propio adiós.

Convéncete: eres un vendedor. Porque te va la vida en ello. Y porque además, puede ser muy divertido y, ya que estamos, trataremos de hacerlo bien ¿no?. Pues a trabajar. Abrimos el taller y buscamos utensilios que nos vayan a servir y… aquí están: lo que necesita un buen vendedor es:

  • Actitud
  • Habilidades
  • Herramientas

Para vender hay que desterrar miedos, quitarse el “no” de la boca y tatuarse un “sí”, arrancarse todos los días con ganas de comerse el mundo y sobretodo, de intentarlo. Y de ver una oportunidad donde otros ven una negativa, de hablar con los demás, de escuchar y descubrir necesidades, de detectar dónde duele para ofrecer después la solución. Actitud es igual a ganas. Tendrás que trabajártelo si andas flojo, pero sin ganas no se vende. Más claro, agua.

Respecto a las habilidades, son muchas las que pueden venirnos bien, así que te adelanto hoy algunas: empatía, paciencia y mente enfocada en el cliente. Ponte en su lugar, trata de adivinar qué es lo que puede ayudarle y cómo se siente. No te mires el reloj… ni física ni metafóricamente. Puede costar mucho que te den una respuesta, pero hay que estar ahí, presente. Sin descuidarse, sin descuidarle.

El abanico de herramientas a nuestro alcance es amplio. Te iré descubriendo muchas de ellas en este blog. De momento, un adelanto. Procura llevar un registro de tus clientes, apunta aquello que consideres interesante, anhelos y deseos que tengan, pequeños detalles que te hagan conectar con él, en qué punto has dejado la gestión. Sígueles la pista. Preocúpate por ellos. No les abandones.

 

Y recuerda la ley: “Vende o muere”. Tú no sé, pero yo lo tengo claro: a mí me va más estar VIVO. ¿Y a ti?

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